Si tuviésemos que enlistar las palabras que se nos vienen a la mente cuando pensamos en qué supone ser un adulto mayor, lo más probable es que surjan algunas como ternura, descanso, experiencia, sabiduría o dependencia; pero, definitivamente, no la palabra “problemas”. Solemos creer que la resolución de problemas y de conflictos interpersonales es algo que compete exclusivamente a los adultos, o en última instancia a los jóvenes, mientras que asumimos que la tercera edad es una etapa ligada más bien al júbilo y a la tranquilidad. Sin embargo, la realidad (y la investigación científica) demuestra que esta visión idílica de la vejez no es del todo verdadera. Los adultos mayores sufren por problemas que también están presentes en los demás períodos etarios —es decir, sufren por pérdidas, desamor, factores sociales y económicos, etcétera—, y por otros que son más habituales en la tercera edad. Algunos de estos últimos, incluso, configuran factores de riesgo para la caída en una adicción.
Y es que las adicciones en la tercera edad suelen ser trastornos que permanecen en lo oculto, en el silencio, en la esfera privada. Abundan las campañas para la prevención de trastornos por consumo de sustancias en adolescentes y en jóvenes, pero no así para adultos mayores. Esto es comprensible, ya que algunas personas arrastran desde su juventud hasta la vejez un consumo problemático que, en el mediano y largo plazo, tiene graves efectos en la salud. Sin embargo, incluso sin precedentes un adulto mayor puede desarrollar una adicción.
Es importante hablar de esta problemática en tanto las adicciones pueden empeorar los deterioros que ya de por sí acontecen en esta etapa, como la memoria, el funcionamiento cardíaco, la coordinación, el tiempo de reacción o el juicio. Por esa razón, en este artículo expondremos información acerca de cuáles son las adicciones más comunes en la tercera edad.
Adicciones en la vejez
Las adicciones implican el uso repetido y sostenido en el tiempo de ciertas sustancias psicoactivas o conductas —como a los juegos de azar, al sexo, a las compras, etcétera— que, si bien, provocan un efecto sumamente placentero en el corto plazo gracias a la activación del sistema de recompensa de nuestro cerebro, en el largo plazo podría generar la dependencia a dicha sustancia o comportamiento.
A grandes rasgos, esto se debe a que queda una huella sináptica acerca del placer que generó la acción de consumir, lo que determina una tendencia a repetir esa conducta. En lo inmediato, el consumo de sustancias puede también tener efectos negativos como una intoxicación. El consumo prolongado en el tiempo afecta negativamente a los distintos órganos y sistemas del cuerpo; también incide en las personas de forma cognitiva y emocional, quitándoles la capacidad de controlar qué o cuánto consumen y, por lo tanto, de estar a cargo de su propio funcionamiento en lo interpersonal, familiar, académico, laboral, entre otras áreas vitales.
La investigación científica sugiere que, al avanzar en edad, se producen cambios orgánicos pero también socioculturales que podrían hacer a las personas de la tercera edad más vulnerables al uso indebido de drogas. De acuerdo con un artículo publicado por el National Institute on Drug Abuse (NIDA), no se conoce lo suficiente acerca de los efectos de las adicciones en el cerebro envejecido, pero sí que los adultos mayores tienden a metabolizar las sustancias con mayor lentitud y que su cerebro suele ser más sensible al consumo.
Factores de riesgo para sufrir una adicción en la tercera edad
Por otra parte, como bien adelantábamos, existen ciertos factores de riesgo que son comunes entre todos los grupos etarios para caer en una adicción. Algunos son los antecedentes de la historia familiar, vivencias traumáticas, el padecimiento de otro trastorno mental, presiones sociales, e incluso la predisposición genética. Todos estos son factores de riesgo para sufrir una adicción durante la tercera edad.
Sin embargo, hay dos factores de riesgo muy marcados en este período. Uno de ellos es el duelo de un ser querido, un factor de riesgo presente durante todas las etapas de la vida, pero que cobra un significado mayor en la vejez debido a que los adultos mayores son mucho más propensos a experimentar la pérdida de sus amigos de toda la vida, de familiares como primos o hermanos, o de sus parejas. Por otra parte, también es un factor de riesgo el aislamiento social, la inmovilidad física, la soledad y el padecimiento de una enfermedad crónica, cuya frecuencia es mayor entre adultos mayores respecto a otros grupos etarios.
Las adicciones más frecuentes entre los adultos mayores
Teniendo en mira las particularidades de esta etapa, a continuación señalaremos las adicciones más frecuentes entre personas de la tercera edad.