¿Cómo combatir la soledad en la tercera edad?

La sociedad actual padece de una epidemia de soledad a nivel generacional. Los que trabajamos en la relación de ayuda sabemos que son muchas las personas que se encuentran solas.

¿Cómo afecta la soledad en las personas mayores?

Tenemos que saber que cuando en el ser humano se produce el aislamiento social, hay un alto riesgo de pérdida o deterioro de las habilidades cognitivas en las personas mayores.

La sociedad actual no nos prepara para el envejecimiento ni tampoco nos explica nadie cómo evitar la soledad en el adulto mayor. Sin embargo, sería muy importante que las residencias aborden la problemática de la soledad y qué se puede hacer para evitar la soledad de nuestros abuelos.

Ahora hemos visto durante la pandemia que ha habido muchos mayores que se han sentido terriblemente solos en las residencias, pues sus familias no han podido venir a visitarles.

El miedo y la tristeza son las emociones más frecuentes en las personas mayores que viven solas y se aíslan de la sociedad. Este aislamiento social y la soledad que sufren es uno de los principales factores que ponen en riesgo a la persona mayor de que padezca distimia, ansiedad, estrés, depresión, demencia senil, Alzheimer o Párkinson.

Para evitar que esto suceda es fundamental que el mayor lleve una alimentación sana, equilibrada y adecuada a los cuidados especiales médicos que necesita, una actividad física sana, buenos hábitos de sueño, un adecuado control y seguimiento médico, un entrenamiento mental adecuado para evitar pérdidas de memoria y deterioro cognitivo, así como llevar una vida social rica en la que rodearse de amigos, familiares, hacer actividades indoors y outdoors en la naturaleza y no aislarse en casa.

¿Cómo puedo ayudar a personas mayores que necesitan cuidados paliativos?

A partir de los 65 años, hay que cuidar la salud más que nunca, pues la mayoría de las muertes que se producen en Europa y en los países desarrollados se producen a partir de esta edad.

A medida que la esperanza de vida va en aumento en el mundo desarrollado, los cuidados paliativos van adquiriendo prioridad e importancia y este es un asunto al que debe de darse preferencia en las políticas públicas sanitarias.

En los países occidentales, el número de personas mayores va en aumento y cada vez será más necesario un amplio número de profesionales que se dediquen al cuidado de las personas mayores, profesión con cada vez más proyección de futuro.

También hay que tener en cuenta que cada vez nacen menos niños en los países desarrollados y esto hace que el envejecimiento de la población sea un problema al que hay que darle prioridad, pues ¿quién se va a ocupar de su cuidado y cómo vamos a afrontar esto como sociedad?

Afortunadamente, tenemos cada vez más profesionales en este sector de los cuidados paliativos que tienen una edad joven y que provienen de otros países y culturas y que ven en los cuidados paliativos y el cuidado de los mayores una vía óptima para sacar adelante su carrera profesional.

No hay que olvidarse también de los cuidadores que no son profesionales, sino familiares y amigos de las personas mayores, sobre todo mujeres. Estos son cada vez mayores también, pues vemos cómo se va produciendo un aumento progresivo de la edad de los cuidadores en el mundo occidental. A esto hay que añadir el hecho de que las familias se han vuelto cada vez más pequeñas, dispersas y variadas, influidas por las altas tasas de divorcios y separaciones, entre otros factores.

La regla general es que las familias quieren ofrecer el mejor cuidado a sus mayores, pero lamentablemente las políticas de salud pública invierten muy poco dinero en ayudar a las familias más necesitadas en esto.

Como regla general, lo que hay que hacer es dejar decidir al mayor, en la medida de lo posible, sobre cómo desea gestionar él mismo su cuidado: bien en casa de un familiar, bien en su casa y con personal sanitario o adecuado, bien en un centro específico en el cual se le presten los cuidados adecuados.

El cuidado adecuado es aquel basado en el respeto a los valores y preferencias del paciente, basado en una información clara y comprensible de lo que le sucede y de su patología, que fomente la autonomía en la toma de decisiones y que atienda a sus necesidades de bienestar físico y emocional.