Tal parece que nunca dejamos de aprender, al menos no lo hacemos hasta el último día de nuestra existencia. El avance de la ciencia nos ha permitido conocer que tenemos diversas formas de aprender y adquirir conocimientos. Incluso cuando terminamos el colegio, instituto o universidad seguimos aprendiendo.
¿Qué es aprender?
Aprender es la capacidad de adquirir nuevos conocimientos por medio de la experiencia, la observación, interacción y la reflexión.
Desde nuestra concepción hasta el último día de nuestra existencia tenemos la capacidad de aprender por naturaleza, pues somos seres sociales y nos vemos sujetos a interactuar constantemente con los otros. La familia es la primera unidad de interacción del ser humano y es ella quien nos brindará los primeros aprendizajes imprescindibles para poder interactuar con los demás y subsistir.
Son muchas las personas que creen o piensan que aprendemos solo de una manera; sin embargo, con el pasar del tiempo se ha ido conociendo los distintos tipos de aprendizajes que existen. De modo general, las bases del aprendizaje son establecidas por medio de nuestros sentidos y es a través de ellos que captamos los estímulos que serán sintetizados y procesados por el entendimiento.
El aprendizaje está sujeto a nuestras percepciones y nuestros estados emocionales. Son diversos los estudios que han permitido descifrar cómo funciona la memoria y de qué manera influye la experiencia y la observación al momento de elaborar un conocimiento y modificar nuestra conducta.
¿Cuáles son los elementos mediadores del aprendizaje? Existen dos elementos inherentes a la condición humana mediante la cual aprendemos: deseo de aprender y voluntad autónoma. El primero es la determinación de aprender conocimiento actual en el entorno sociocultural, genera satisfacción y placer. El segundo hace referencia a que una persona sea autoconsciente, identificando sus deseos al mismo tiempo.
¿Dejamos de aprender en alguna etapa de la vida?
El neurocientífico e investigador Mariano Sigman, refiere que nuestra materia gris (cerebro) nunca deja de cambiar, por consiguiente, nunca dejamos de aprender. A continuación, se expondrán las razones por la cual nunca dejamos de aprender.
- No dejamos de aprender porque somos humanos
Los seres humanos tenemos sentidos y percibimos el mundo de diversas formas, tenemos sentimientos y emociones. Aprendemos por la capacidad que tenemos, así como los animales aprenden conductas naturales para su supervivencia, los humanos también lo hacemos para velar por nuestra seguridad, placer, alimentación, etc. Por ello, es imposible aprender sin tomar en consideración nuestra propia naturaleza humana.
- No dejamos de aprender porque el aprendizaje es inevitable
Las experiencias, nuestras percepciones y sentidos forman nuevas conexiones neuronales. Este proceso no está en nuestro control, pues es parte de nuestro propio organismo y se genera de manera automática.
Un estímulo va a generar una respuesta en la persona y esta respuesta será recordada. Si el estímulo fue favorable se buscará volver a experimentarlo, pero si fue negativo, se tratará de evitar a toda costa. Es por esta razón que es inevitable para todas las personas aprender algo. Muchas veces no somos capaces de percibir las cosas nuevas que aprendemos, pero toda experiencia de por sí trae consigo un aprendizaje.
- No dejamos de aprender porque deseamos algo en la vida
En general, todas las personas tenemos una tendencia a desear mejorar nuestras condiciones de vida; por ello buscamos siempre obtener algún objeto, persona o situación que favorezca nuestras ausencias no solo físicas sino también psicológicas. Nos adaptamos al sistema para conseguir lo que deseamos, como el éxito, el amor, la paz, la felicidad (causantes de lo que aprendemos) son algunos ejemplos de lo que anhelamos tener en la vida.
- No dejamos de aprender porque somos curiosos
Somos seres sociales muy curiosos por naturaleza. Exploramos el mundo desde que somos bebés, de manera que inicialmente buscamos sentir texturas y sabores por medio de la boca. Así también, queremos tocar todo lo que nos rodea y todo lo que podamos sentir. Nos cuestionamos qué, por qué, para qué y cómo muy frecuentemente sobre lo que pasa a nuestro alrededor. Nuestra curiosidad es innata y eso incluso hace necesario que nuestra educación deba modificarse, pues aprendemos mejor por las cosas que verdaderamente nos causan curiosidad o interés.
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- No dejamos de aprender porque el mundo nos asombra
Resulta muy difícil que no nos interese saber más sobre el mundo en que vivimos. Tenemos interés en saber sobre las plantas, animales, sobre cómo viven las demás personas, etc.
El planeta donde vivimos nos brinda una incontable cantidad de estímulos, pero además nos deja perplejos con una belleza y misterio de las obras, composiciones musicales, talentos de otras personas, etc. Es un sinfín de sensaciones que logramos percibir por medio de nuestros sentidos y es prácticamente inevitable querer saber más sobre lo que nos rodea.
- No dejamos de aprender porque queremos tener el control
No queremos que un temblor nos tome por sorpresa, al igual que el clima. Por ello, solemos querer tener el control de los eventos naturales para poder evitar accidentes o para protegernos, sobrevivir o alimentarlos como especie. Aprendemos pues tenemos que controlar nuestras propias vidas para poder decidir el papel que tengamos en este planeta.
Tenemos diversas necesidades que surgen desde nuestra propia naturaleza e instintos como caminar, vestirnos, relacionarnos con nuestra familia, amigos, conocer calles, ciudades, desempeñar funciones en algún trabajo, realizar algún deporte, querer generar dinero por medio de una actividad, etc. Aprendemos no meramente a hacer, sino a desarrollar nuevas maneras de hacer cuando estas aún sean inexistentes.
- No dejamos de aprender porque queremos saber quiénes somos
Nos interesa saber quienes somos, donde nacimos, quiénes fueron nuestros padres y abuelos, y demás familiares como tíos y tíos abuelos. Aprender con/de los otros, pues nos sentimos identificados con ellos, al interactuar y aprender simultáneamente con los demás.
Nos interesa generar comunidades de aprendizaje que nos favorezcan y sentirnos mejor a modo individual y colectivo. Tenemos una gran necesidad de saber de nosotros mismos y el porqué somos como somos, pues nos interesa nuestra identidad.
- No dejamos de aprender porque no estamos solos
La relación que generamos con los demás nos ayuda a aprender a vivir con ellos, a ser como ellos y además adquirir nuevos conocimientos. Aprendemos con nuestros padres, tíos, hermanos, primos, profesores, amigos, etc. Aprendemos de manera social con todas las personas que interactuamos directa o indirectamente.
- No dejamos de aprender porque estamos en contacto con la tecnología
Aprendemos mientras oímos música, vemos una serie o una película, o vemos noticias, aprendemos hasta por lo que escuchamos en la radio o en el celular. Es importante reconocer que los medios tecnológicos nos brindan un aprendizaje constante. Hoy en día el teléfono que teníamos en casa cada vez más va perdiendo su función porque los celulares pueden ser una forma de contacto portátil que podemos desplazar con nosotros. Incluso al tener un móvil, nos guste o no, nos vemos obligados a adaptarnos a las actualizaciones de los aplicativos. De igual forma, buscamos conocer la tecnología para no quedarnos siendo personas desfasadas.
- No dejamos de aprender gracias a neuroplasticidad
La plasticidad cerebral, llamada también neuroplasticidad, es un proceso neurobiológico de aprendizaje. Por ello, la neuroplasticidad tiene que ver con la capacidad que posee nuestra materia gris (cerebro) para poder reestructurarse, adaptarse y recuperarse ante nuevas y determinadas situaciones. Nuestras neuronas crean redes para poder comunicarse entre sí cuando aprendemos algo novedoso y al poner en práctica nuestro aprendizaje estas se fortalecen dando facilidad a la comunicación e interconexión. Cuando nuestro cerebro capta estímulos, se ejercita nuestra memoria y el aprendizaje.
Nuestro cerebro posee una capacidad para poder adaptarse a nuestro entorno, e incluso puede generar modificaciones en su estructura con la finalidad de compensar las disfunciones generadas por lesiones cerebrales o en el sistema nervioso en general. Podemos evidenciar la adaptabilidad del cerebro en los individuos que pierden las facultades de oír o ver. Estas personas logran desarrollar de manera más significativa otras áreas del cerebro cuyas funciones están más relacionadas con la percepción mediante los otros sentidos que tenemos.