Agresividad en ancianos con demencia

La agresividad en ancianos es una de las consecuencias más habituales de la demencia. El anciano con un ataque de agresividad padece, pero, además, la repercusión emocional en el cuidador puede llegar a ser muy grave.

Para convivir de la mejor manera posible con esta consecuencia de la demencia, es importante conocer a qué se debe la agresividad en personas mayores y qué medidas podemos poner en práctica para tratar de reducirla.

¿Por qué se produce la agresividad en ancianos con demencia?

La agresividad es un estado emocional que surge como respuesta a la ira y, en ocasiones, al miedo. Las reacciones físicas que surgen de la agresividad son violentas: golpear, pegar, insultar, etc. Del mismo modo, otras emociones primarias provocan sus reacciones asociadas: la alegría provoca la risa; la tristeza, el llanto, etc.

Habitualmente somos capaces de controlar estas emociones y sus reacciones, reconduciéndolas hacia algo productivo o, al menos, mejor aceptado socialmente. Por ejemplo, ante una situación que nos causa enfado, podemos sentir un impulso agresivo, pero lo controlamos y utilizamos para defender nuestros intereses mediante la palabra.

Sin embargo, las personas mayores con demencia van perdiendo paulatinamente la capacidad de controlar y emplear sus emociones como han hecho toda su vida: ante una situación que no les gusta, o que les produce temor, no pueden controlar su ira o su miedo. Esta incapacidad provoca que respondan con agresividad y que aflore la violencia física o verbal.

Por tanto, la agresividad es una manifestación más de la enfermedad. No se trata de un estado mental voluntario o que el enfermo pueda controlar.

Consejos para hacer frente a la agresividad en ancianos

No obstante lo explicado más arriba, sentir la agresividad del ser querido al que cuidamos no es agradable y puede minar poco a poco nuestras energías. Para evitarlo, te proponemos algunos consejos que pueden ayudarte:

  • Toma distancia emocional. Comprender las razones de la agresividad que acompaña a la demencia es un primer paso. Entender que se trata de la enfermedad mostrando otra de sus caras te ayudará a separar esas reacciones violentas de tus sentimientos por la persona a la que cuidas.
  • Investiga qué está causando las reacciones agresivas. Como hemos visto, la agresividad surge como respuesta a la ira o al miedo. ¿Qué es lo que está molestando al anciano a tu cargo? ¿Qué es lo que le causa ira, miedo o desconfianza? No siempre es fácil averiguarlo, porque su percepción de la realidad puede estar alterada. Es posible que haya cambios en el hogar o en las personas que le atienden que le causen desconfianza (recuerda, además, que los mayores tienen más dificultades para adaptarse a los cambios). Quizá le moleste no poder llevar a cabo las tareas que antes sí podía, sentirse dependiente, no poder controlar lo que come o sus impedimentos físicos, etc.
  • Modifica dentro de lo posible aquello que le hace sentir ira, miedo o desconfianza. Quizá puedas hacer pequeños cambios que le permitan recuperar cierta autonomía, como por ejemplo contar con su opinión para decidir las comidas o facilitarle tareas que pueda llevar a cabo. Le puedes hacer sentir útil y distraer su atención pidiéndole favores que tenga capacidad de realizar, como por ejemplo que teja una bufanda para un nieto.
  • Intenta hacerle sentir cómodo. Si sabes qué está causando las reacciones agresivas, quizá puedas cambiarlo y quizá no. En cualquier caso, procurar un entorno agradable para el anciano resultará de ayuda. Asimismo, háblale y explícale con paciencia lo que estás haciendo cuando le procures cuidados, cuando haya presente alguien desconocido o cuando se produzca algún cambio en la rutina.
  • Evita las situaciones que le provoquen agitación emocional. Por ejemplo, las discusiones o los temas de conversación que generen irritabilidad. Aunque en ocasiones puede ser algo tan aparentemente “inocuo” como ver las noticias o programas de televisión de debate. Esto puede originar malestar y contagio emocional en el anciano con demencia.
  • Redirige su atención hacia hechos o conversaciones que le provoquen calma. Si está entrando en un estado de agitación o ira, distráele hablándole de algún ser querido, preguntándole por alguna anécdota estimada o de cualquier otro asunto que favorezca su buen humor.
  • Consulta con el médico de familia o el geriatra. Finalmente, son los especialistas en salud quienes mejor podrán ofrecerte unas pautas para lidiar con la agresividad en ancianos. En algunos casos, es posible que el anciano requiera medicación para tratar las causas subyacentes, como por ejemplo la depresión o la ansiedad.