Promover actividades y espacios que aporten oportunidades de integración social a las personas mayores es uno de los objetivos de la Residència d’Avis l’Auca. En este marco de interacciones sociales y apoyo al colectivo de mayores, las relaciones intergeneracionales se alzan como un recurso fantástico para fomentar el envejecimiento activo.
La necesidad de cultivar las relaciones intergeneracionales en nuestros mayores
Las relaciones intergeneracionales, es decir, entre personas de distintas edades, siempre estuvieron presentes en la sociedad, pues son inherentes al ser humano. Sin embargo, en los últimos tiempos asistimos a una reducción de las mismas, con la consiguiente pérdida de valores que ello implica.
Pero, más allá de la interrupción de los valores culturales, ha de preocuparnos la desconexión afectiva y la ausencia de transmisión de valores humanos que se puede generar. Especialmente para las personas mayores, que son quienes más sufren su impacto.
Sin duda, la segmentación por edades de los espacios comunitarios no solo provoca aislamiento social, sino que nos está conduciendo a una sociedad estadista. Una sociedad exclusiva, donde los conocimientos y la experiencia de los mayores no son valorados, como tampoco lo es su compañía.
Esta tendencia social se ha visto intensificada durante la pandemia del COVID-19, que ha obligado a muchos mayores a permanecer alejados del resto de la sociedad. Ahora se está constando lo perjudicial que resulta este aislamiento forzoso para la salud mental y emocional de los adultos mayores. Las consecuencias de esta experiencia se comienzan a englobar en una patología clínica: estrés postraumático.
Lo bueno es que la vida siempre encuentra un modo inesperado de equilibrarlo todo. De ponernos delante nuevas alternativas para disfrutar de esos encuentros que nos revitalizan el alma. Pues, cuando estas interacciones se dan entre mayores y niños la dicha se multiplica y la sensación de plenitud y confianza regresa a nuestra vida.
Y es que nada enternece más a una persona anciana que la sonrisa franca de un niño. Así como nada aporta más la seguridad interna e ilusión a un niño que la presencia de un abuelo. Y como muestra os compartimos una anécdota acaecida entre una de nuestras residentes y una niña del barrio.